Solomillo de cerdo al horno con mostaza y miel



 Siempre digo que el horno es uno de los mejores aliados en la cocina, pero es que yo no podría vivir sin él. Bueno si podría, pero no sería tan feliz.😆
Me parece ideal meter cualquier cosa ahí dentro y que se cocine solo, y lo mejor de todo es que luego está de rechupete.
Mientras el trabaja me puedo dedicar a cualquier otra cosa. Aunque confieso que habitualmente suele ser otra caso para meter de nuevo en el horno, porque ya que está encendido..... pues porque no aprovechar para hornear pan, o galletas o bizcocho o ......en fin sin remedio, lo sé.
Bueno menos rollo y al lío.
El solomillo de cerdo es una pieza que me gusta mucho por varias razones, es tierno, se cocina bastante rápido, tiene un precio más que razonable y lo mejor de todo casa bien con muchos ingredientes.
Por este motivo cada vez lo cocino de una forma diferente en función del día que tenga y lo que me pida el cuerpo.
Me imagino los sabores juntos de lo que voy a poner y mezclo según ese criterio.
La mezcla de hoy me ha gustado tanto que la tengo que dejar por escrito, y que mejor que hacerlo aquí, así de paso la puedo compartir contigo.
Preparación: 1 hora
Ingredientes:
1 solomillo para 2 o 3 comensales, dependerá de lo comilones que sean y de los entrantes que tomen
1 cucharada de mostaza
1 cucharadita de hierbas provenzales (sino tienes esta mezcla echa un poco de orégano, un poco de tomillo y un poco de romero)
pimienta negra molida
sal
1 cucharadita de miel
1 chorrito de soja
1 chorrito de brandy
1 chorro generoso de aceite de oliva virgen
1 patata mediana por ración para acompañar
unas cebolletas francesas (de la pequeñitas) caramelizadas como acompañamiento también le van de fábula
  • Calienta el horno a 220º
  • Con ayuda de una brocha de cocina unta bien los solomillos con la mostaza.
  • Espolvorea con la sal, la pimienta negra y las hierbas provenzales.
  • En una bandeja apta para el horno echa un chorrete de aceite, coloca los solomillos ya untados.
  • Diluye la cucharada de miel con un poquito de agua.
  • Rocía la carne con la soja y luego con la miel.
  • Pela las patatas y trocealas en 4, echa sal y pimienta también.

  • Introduce la bandeja en el horno y deja que se ase durante 25 minutos.
  • Mientras la carne está en el horno, puedes ir preparando las cebolletas caramelizadas, no te arrepentirás de hacerlas porque son deliciosas.
  • Pela las cebollas y colocalas en una sartén con una pizca de aceite, doralas por ambos lados.
  • Una vez doradas echa un poco de sal, medio vasito de agua y una buena cucharada de agave o de miel suave.
  • Deja cocer con la tapa puesta durante unos 40 minutos aproximadamente a fuego suave. Cuando lleven 20 minutos dales la vuelta y que sigan cociendo.
  • Los últimos 5 minutos deja que hiervan un poco mas vivamente y con la tapa quitada, para que se evapore un poco el exceso de líquido si es que lo tiene, y las tendrás listas.
  • Mientras volvemos a atender el asado pasado los 25 minutos que le dimos da la vuelta a las piezas de carne y patata y añade un chorrito de brandy.
  • Balancea la bandeja para que se repartan los jugos por igual y vuelve a poner en el horno durante otros 15 minutos, o hasta que este dorado.
  • Vuelve a sacar la bandeja de nuevo remueve un poco. Si el fondo está muy reseco echa un poco de agua y vuelve a balancear la fuente para desglasar bien, y recuperar todos los jugos.
  • Dale la vuelta a la carne y deja que se dore bien por este otro lado durante unos 5 minutos más.
  • Sirve la carne troceada en rodajas gruesas acompañadas de las patatas y un poco de la salsa que ha quedado del asado.
Nota: Si ves que no se dora sube la temperatura al final a 230º.
Nota II: Aunque lleve miel no tiene sabor dulce tan solo un ligero toque, que contrasta perfectamente con la mostaza y la soja. La miel también ayuda a que coja un bonito color. 
Nota III: la temperatura del horno debe ser alta desde el principio de la cocción de esta manera al meter la carne se sellan los poros y no se escapa el jugo y la humedad interior. Así se consigue que al final la carne esté bien hecha por dentro pero muy jugosa. 
El untar por fuera la carne también ayuda a este mismo fin.

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