Almendras garrapiñadas


Las almendras son un fruto seco fabuloso. Tienen gran cantidad de proteínas, y minerales entre los que están el hierro, calcio, potasio, fósforo, magnesio y una buena cantidad también de vitaminas del grupo B y E, lo que las convierte en un alimento muy sano y recomendable.
Si además están un poco aderezadas con azúcar, como en esta ocasión, pues son una golosina deliciosa.

Las almendras garrapiñadas normalmente se las relaciona con las ferias y los mercados, donde las venden recién hechas, que es como mejor están.
Y una vez que se han terminado, te quedas esperando a la próxima vez que vengan por tu ciudad los "garrapiñadores" (que seguro que no se llaman así, pero suena bien, verdad?)
En mi caso, he tenido la suerte de que mi suegra las hace espectaculares, así que cuando iba a su casa y tenía garrapiñadas, disfrutaba de esta pequeña delicia. 
Pero además he tenido la fortuna de que me enseñara a hacerlas y ahora, en casa, podemos disfrutar de ellas en cualquier momento. Encima mi suegro me surte de almendras peladas, que ya es el colmo de los lujos. Gracias a los dos.
Son sencillas de preparar, solo hay que dedicarles un poco de tiempo, y como siempre en la cocina, un poco de mimo y cariño.
Ingredientes:
1 taza de las de café de agua
1 taza de las de café de azúcar
2 tazas de las de café de almendras cruda con la piel
  • En una sartén no muy grande pero un poco honda, ponemos las almendras al fuego para que se tuesten un poco.
  • Cuando empiezan a tostarse hacen un ruido como si explotase la piel, en este momento, añadimos el agua y el azúcar y dejamos que empiecen a hervir.
  • Bajamos un poco la potencia del calor y vamos dando vueltas mientras cuecen.
  • El agua empezará a evaporarse y se va formando un almíbar, cada vez más espeso.
  • Ahora hay que tener un poco más de cuidado, el azúcar del almíbar se va pegando a la piel de las almendras y quedará la sartén seca y las almendras con grumos de azúcar. Tranquilidad, todo va bien, pero no las saques todavía. Aún no están hechas del todo.
  • Como podéis ver en la foto, el calor sigue haciendo su trabajo y ese azúcar que tienen las almendras poco a poco, se va convirtiendo en una fina capa de caramelo. Durante este proceso hay que estar continuamente dando vueltas con una cuchara de madera, para que todas las almendras se vayan caramelizando al contacto con la chapa de la sartén caliente. 
  • Cuando todas estén más o menos por igual, con su capa de caramelo, apagamos el fuego, volteamos medio minuto y las sacamos sobre una fuente o un plato lo mas esparcidas que podamos. Si tenéis una encimera de mármol, las podéis extender directamente ahí.
  • Con cuidado y la ayuda de un par de tenedores, separad las almendras y a medida que se van enfriando se puede hacer con las manos, pero ¡Ojo!, el caramelo quema.
  • Una vez separadas se dejan enfriar del todo y se pueden conservar en una lata de metal, o en un bote de cristal. Aunque seguro que mucho no duran, al menos en mi casa no llegan al día siguiente. Verás como no puedes comer solo una.
Nota: Si las guardáis en una caja bonita o en un paquete de celofán con un lazo, serán un regalo estupendo, con el que endulzar la vida a tus familiares y amigos.
Y si os gusta la variedad, se pueden garrapiñar también avellanas y nueces y servir mezcladas. 

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